jueves, 5 de mayo de 2011

Vivir en tu mano

Los niños, como los gatos, podemos ver en la oscuridad.
Vigías que saben que no pueden deslumbrarse
con su propio sueño, pasamos las horas
tejiendo una tela finísima alrededor
de nuestro miedo. Después, muchos años después,
solías decirme, llega el olvido y podemos dormir
sin sobresaltos. Yo aún no he olvidado.

Cada noche, nos intercambiamos historias
como joyas. Esta te queda bonita,
esta le sienta bien a tu piel, a tus ojos:
Había una niña que era tan pequeña
que cabía en la palma de una mano.
Si yo fuera esa niña -pienso- elegiría
vivir en tu mano. Podrías cerrarla
y dejarme sin nada, pero toda buena historia
necesita una tragedia, un vuelco inesperado
en la trama. No quiero que llegue el fin
de tu relato, que la noche se acabe. No sé qué hay
del otro lado. La vida es una imagen
que va desdibujándose, perdiendo los contornos
día a día. Crecer es el tránsito de la imagen precisa
a la distorsión. Quiero seguir siendo niña
para conservar la vista.

Claudia Masin

Imagen, James Jowers

16 comentarios:

Darío dijo...

Será que los niños son seres perfectos?
Digo...serán imagen precisa y nosotros vamos ala distorsión? No podremos retener la perfección en la mano como si fuese una niña?
Un abrazo.

EG dijo...

...en la mayoría de los casos llega la ceguera, no creo ser la excepción...

hermoso poema de Claudia Masín (es de los pagos de Curiyú)

Say dijo...

Dario,
sí que vamos a la distorsión...
sólo hay que vernos. Vaya mundo!

De niños teníamos miedos y terrores, procurados sobre todo, por los espeluznantes mayores, pero vivíamos con una insobornable, valiente y salvaje visión de la vida. Ahora, los contornos se pierden porque en mundo no hay nada real.

Ojalá se salve algo en nosotros de lo que permanece infantil y canino. Esa honestidad animal...

Un abrazo

Say dijo...

emma,
en la mayoría de los casos llega la ceguera, sí. Claro que no eres la excepción. En este mundo, hay un gran gendarme que vigila para que todos queden encerrados en las consignas del "éxito social". Es difícil escapar a ello.

ahh es que todo lo que rodea por los pagos de Curiyú es hermoso.

Y tú y todo lo que te rodea a ti también es hermoso.

Un abrazo!

Anónimo dijo...

Miedo..., igual que el miedo no nos desaparece del todo, podríamos ser capaces de re-convertirnos en niños o al menos, acercarnos al espíritu, más cerquita de la perfección original.

A veces no es tan difícil llamar a nuestr@ niñ@ que sigue por ahí dentro, no se ha ido del todo, solo hay que alimentarl@, pero por desgracia nunca será lo mismo.

Es curioso, ese gran vigía, si que nos trata como a niños..., en su idea de niños.

Un beso

Say dijo...

sophiasabe,
"Los niños, como los gatos, podemos ver en la oscuridad.
Vigías que saben que no pueden deslumbrarse
con su propio sueño, pasamos las horas
tejiendo una tela finísima alrededor
de nuestro miedo..."

esa tela finísima es, una vez desprendidos de nuestra morada acuática y expulsados al mundo, la que nos ayudaba a defendernos y a resistir con misteriosa independencia a la realidad que nos cercaba cada vez más y más...

ahora, esa realidad va a acabar por aplastarnos completamente.

Cómo resistiremos!

Un beso!

Errata y errata dijo...

Hermoso. Quiero confesar, sin embargo, que mantengo el corazón de entonces - y creo que varios de ustedes también-, es cuestión de no perder la capacidad de asombro. El mundo era muy temible para mí cuando chica. Cierto, pasaba horas tejiendo una tela finísima alrededor del miedo. Pero aún no he olvidado y, si bien duermo sin sobresaltos, los tengo en la vigilia. No quiero que nadie cierre su mano sobre mis sueños, porque hay muchas manos que le dan de comer a mi alma día a día. Que se pierdan los contornos, el dibujo sólo se transforma en otra cosa, que se distorsione la vida, me gusta así; torcida. Yo no vuelvo atrás ni un sólo día. Hermosa foto !!!
Mil besos, no de niña, de mujer.

marcela dijo...

Say me gustó crecer, la mirada no es tan límpia pero las imágenes menos indescriptibles.
Besos

Say dijo...

Maia,
volver hacia atrás no!!!

...es el concepto de infancia lo que todos los poemas tratan de transmitir. Es "aquello" que nos hacía enfrentarnos a esos miedos de forma salvaje y "temeraria". Yo que también lo pasé mal durante mi infancia, que me enfrenté a tantas cosas, percibo a una niña visionaria que avanzaba intuyéndolo todo y queriéndolo vivir todo. Ahora, con otros miedos...algo de aquello queda...pero con más cansancio encima y sí, estando ya en la distorsión total...

Un beso con toda la fuerza primigenia, de una mujer para otra mujer...

Say dijo...

marcela,
era el ir creciendo lo que procuraba que los nuevos retos, las nuevas vivencias, los nuevos descubrimientos...las nuevas experiencias...fuesen salvándose unas a otras...el material indisoluble que nos ha hecho como somos.

Un beso!

Lectora dijo...

Es precioso, desde luego los niños viven en un mundo sorprendente, es cierto que habría que recuperar esa mirada, al menos de vez en cuando.

Say dijo...

Sonja,
conservar esa vista despojada de prejuicios y ser independientes y tan sorprendentes como se es antes de "crecer".

Un abrazo

Lola dijo...

Precioso blog y precioso texto. Te sigo :)

Say dijo...

Lola,
"discutir sobre si existen o no las margaritas azules"...y todo lo demás...

Y escuchar a Angus y Julia...

La chica radioactiva dijo...

Es curioso, yo no recuerdo tener miedos más que una claustrofobia atroz que me ha acompañado en el paso de los años.
Puedo afirmar que mis miedos , tan contradictorios, como tener la susodicha claustrofobia y agorafobia al mismo tiempo, me vinieron al cumplir 20tantos años.

Y recuerdo mi niñez como algo maravilloso, pero al igual que Marcela reconozco que me ha gustado crecer. Lo que no me gusta es el mundo que ha crecido conmigo.

Maravillosa poesía, por cierto.


Besos!

Say dijo...

Das Radioaktive Madchen,
lo único que recuerdo de mi niñez es la misteriosa salvaje que era yo. Me enfrenté siendo muy niña a incompresiones tremendas de los mayores, y más de una paliza por encararme a ellos, recibí.

Tuve miedo a la oscuridad durante un tiempo. Yo le decía a mi madre, tengo miedo. Y ella me decía no pasa nada. No hay nadie. Me daba un beso y se iba. Pero yo al rato, cruzaba, llena de terror, toda la casa a oscuras, fíjate si era valiente :) hasta llegar al dormitorio de mis padres, casi no llegaba a la altura de su cama, y eso que la cama no era muy alta, pero yo es que era muy pequeña, de modo que saltaba por encima de mi madre y me colocaba en medio de los dos. Así conseguía dormir tranquila. Le tengo que agradecer a mi madre que nunca, en esos momentos tan angustiosos, me echara de su lado.

Seguro que más de una noche les cortaría "el rollo" pero es que no sabía dónde meterme!!

A mí también como marcela, y como a ti, y supongo que como a todos, me ha gustado crecer, pero la sensación y la fuerza del descubrimiento desnudo de todos los sentimientos queda.

Y sí. Preciosa poesía.

Un beso!!