- Sí, muchos. Soy culpable de permitir que mujeres suicidas murieran ante mis ojos o mis oídos o en mis manos porque pensé que no podía hacer nada, soy culpable de abandonar a una prostituta que puso un cuchillo en la garganta de mi amiga para evitar que nos fuéramos, porque no íbamos a dormir con ella, pensamos que era vieja y gorda y fea; soy culpable de no haberla amado, a ella, que me necesitaba; me lamento de todas aquellas mujeres con las que no he dormido, o a las que no he consolado, que se separaron de mí por falta de algo por lo que yo no había tenido el valor de luchar, por nosotras, nuestra vida, nuestro planeta, nuestra ciudad, nuestra carne y patatas, nuestro amor. Estos son actos indecentes, la falta de valor, la falta de cierto fuego tras los ojos, que es simbólico, del puño alzado, de compartir los recursos, de una resistencia que le dice a la muerte que morirá de hambre por carecer de nuestras carnes, de nuestras sobras. Sí, he cometido actos de indecencia con mujeres y la mayoría fueron actos de omisión. Los lamento amargamente.”
(Judy Grahn, trad. Mª Soledad Sánchez)
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