En mi mano
el otoño devora sus hojas: somos amigos.
Le extraemos el tiempo a las nueces y le enseñamos a irse:
el tiempo regresa en la cáscara.
En el espejo es domingo,
en el sueño dormimos,
la boca habla verdades.
Mi ojo desciende hasta el sexo de la amada:
nos miramos,
nos decimos cosas oscuras,
nos amamos como amapola y memoria,
nos dormimos como el vino en las conchas,
como el mar en la sangre que la luna refleja.
Desde la calle nos miran abrazados en la ventana:
es tiempo de que lo sepan,
es tiempo de que la piedra se acostumbre a florecer,
es tiempo de que te compadezcas del desasosiego,
es tiempo de que sea tiempo.
Es tiempo.
Paul Celan
Imagen, Marlene Marino
miércoles, 1 de junio de 2011
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4 comentarios:
Qué encanto! Y si la piedra se acostumbrase a florecer...
Curiyú,
en nuestro cuerpo caerían los pétalos...las manos que nos acarician...
Me encanta Paul Celan y este poema... gracias por compartirlo :)
Anouk,
compartimos el gusto por la poesía de Celan. Porque a mí también me encanta!
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