miércoles, 25 de diciembre de 2013

una galaxia en el lecho

 “Quiero contar lo que me sucedía cuanto tenía siete u ocho años – decía Fellini en 1965 - Recuerdo, por ejemplo, ciertas festivas fantasías infantiles a las que me abandonaba habitualmente en los meses estivales, que pasaba en casa de mi abuela en Gambettola, provincia de Forli. Había bautizado las cuatro esquinas de mi cama con los nombres de los cuatro cines de Rímini: "Fulgor", "Savoia", "Sultano" y "Ópera Nazionale Dopalavoro". Tan pronto como me acostaba, me volvía hacia la primera esquina ("Fulgor") y, con los ojos cerrados -pero aún completamente despierto- esperaba que ocurriera "algo". Y, en efecto, ocurría algo. Irme a acostar era entonces una fiesta. (…) Cerraba los ojos, esperaba pacientemente conteniendo el aliento y con el corazón acelerado hasta que, de golpe, comenzaba el espectáculo. Un espectáculo de los más extraordinarios. ¿En qué consistía? Es difícil de contar: era un mundo, una fantasmagoría rutilante, una galaxia de puntos luminosos, esferas, círculos brillantísimos, estrellas, llamas, vidrios de colores, un cosmos nocturno y centelleante que primero se mostraba inmóvil, después en un movimiento cada vez más amplio y envolvente, como un remolino inmenso, una espiral cegadora”.

Federico Fellini, 1965

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