"Mi desgreñado
Aliado"
- Emily Dickinson a TW Higginson, febrero de
1863
Carlo fue el regalo de
Edward Dickinson a Emily, su hija mayor, en el otoño de 1849. Su perro era el que siempre la acompañaba en las largas caminatas que disfrutaba en
los bosques y campos de Amherst. Un Terranova marrón de pelo
rizado. (Una vez ella, en broma envió uno de los rizos rojizos del perro a un
amigo diciendo que era el suyo propio). Carlo fue adquirido a los Huntington, amigos de la familia que tenían perros de esa raza en su
granja en el río Connecticut en Hadley. Parece ser que Dickinson puso a su
perro Carlo después de conocer a través de su novela favorita “Jane Eyre” al
viejo y fiel Carlo, perro de St. John Rivers.
Emily Dickinson escribió muchas veces sobre su "cómplice
mudo". Habló de Carlo en varias docenas de cartas y en algunos poemas,
generalmente con tierno sentido del humor, y siempre con cariño y respeto. En
abril de 1862, presentó a su amigo Carlo a Thomas Wentworth Higginson, por carta:
“Usted pregunta por mis compañeros, las
Colinas - Señor- y el Atardecer - y un Perro - tan grande como yo que mi Padre
compró para mí - Ellos son mejores que las Personas - porque saben - pero no
dicen - y el ruido en el Estanque, al Mediodía - que supera a mi piano.”
Cuando Carlo
murió aproximadamente a los 17 años en enero de 1866, Dickinson anunció su muerte
en una carta escueta a Higginson:
Para T.W
Higginson
Carlo murió-
E. Dickinson
¿Quisiera Usted instruirme ahora?
El perro de
Emily Dickinson había sido su compañero predilecto, y nunca más tuvo otro.
Meses más tarde, todavía siente su ausencia. En
otra carta a Higgison le dice que añora a Carlo y añade un poema,
Dicen que “El Tiempo todo lo cura” –
Pero nunca ha curado –
Un sufrimiento real se hace más tenso
Como sucede a los Tendones con la edad –
El Tiempo es la Prueba del Desasosiego –
Más no el Remedio –
Y si tal cosa prueba, también prueba
Que
no hubo Enfermedad –
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