
estábamos saliendo, fluir como un río de emociones felices, y todo lo que hay perdido, existíamos nosotras pero la realidad llegó con un asombro, la memoria no importa, la opresión en el pecho tampoco, alcanzar y tocar, eso importa, y no perder los contornos de tu cuerpo, todo dirigido por la incertidumbre, por lo imposible. existe eso de las promesas de amor que nunca se cumplirán. no podemos hablar sólo de lo que no se puede hacer, me estiro voluptuosa en la alfombra como un perro. para olvidar leo una novela de Jane Austen pero me voy en esa especie de trance melancólico que te absorbe completamente, cuando algo, espina dentro entra, los sensoriales detalles de las gotas de lluvia deslizándose por una ventana, árboles inclinados por el viento, el olor del champú, el gato, mis animales ocupando mi sitio bajo la colcha, la camiseta de rayas, tu gesto en la foto, el lóbulo sin pendientes, donde quiero susurrarte, la flor dadá, las nubes, Stevenson, el pequeño colgante de plata en forma de corazón, tu pelo, las llaves sobre la mesa, tus gafas y los dos libros, la cola azul, el cuerpo rojo, y el amarillo brillando en la boca, el atardecer en el horizonte de la bahía, la luz secreta de la hora mágica, conciencia que anega, la fragilidad inquietante de la vida, un estado de ánimo, folie de grenat, cuya única cura conocida es estar contigo.
Imagen, Michael Sanders