Debajo de la flor está la niña;
debajo de los vientos insensible.
La soledad ya no le pone velos
ni la luna le asombra las pupilas.
Debajo de la flor, más pequeña que nunca,
en su frente pasean firmamentos perdidos.
Polvo de mieles en su danza trunca,
volando en los semblantes de los niños.
Ya no la moja el labio de la lluvia
ni el sol la quema con sus ebrios filos.
Anda sobre palabras de seda, silenciosa,
de miedo al roce de nombrarse viva.
Debajo de la flor, mi canto de agua
le va a mojar su tallo de ternura.
Niña sin danza que danzando sigue
en la tierra o el aire, sobre muertos y vivos.
Juvenal Ortiz, Debajo de la flor
Imagen Willy Ronis
4 comentarios:
"Del miedo al roce de nombrarse viva"
Un verso espléndido. El miedo, siempre, y el miedo a nombrarnos, nos encadena.
Tenemos que intentar desterrar todos los miedos en el mundo. Hay que intentarlo.
Le declaro la guerra al miedo.
abrazos
Stalker,
en este "canto de agua" donde danzan los "firmamentos perdidos" ya está la desposesión del miedo.
La niña cruza la estrecha pasarela, sin vértigo.
"Danzando sigue" por sobre el agua del tiempo...
Tengo la obsesión de hacerme pequeños, pero me temo que las cosas no son de esa forma...
Entiendo lo que quieres decir. Somos "esclavos" de un sistema que nos exige mucho. Y encima nos tenemos que pagar nosotros solitos ¡claro! el techo, la comida, el coche, los viajes...(podríamos añadir más cosas que "ese" sistema se encarga de que "necesitemos"). Con el trabajo que tantas horas nos roba!!...hay gente que dice que el trabajo los dignifica y les realiza como personas, pues qué suerte!
Es muy difícil hacerse pequeños en este consumista panorama.
Quizá renunciando a ciertas servidumbres sociales, aún recibiendo críticas, podamos conseguirlo. Quizá podamos construir nuestro propio modo de vivir si vamos dejando cosas que, en realidad, no deseamos.
Yo, cuando noto que la niña salvaje e indómita está en acción me siento feliz. Claro. Sé, que a ese "círculo exigente" no le parece tan dichosa la situación. Pero...voy a seguir por ese camino.
Un abrazo, pequeño soñador!
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