"Gran parte de la escena literaria femenina se caracteriza por la rápida asunción del discurso femenino (pseudo) feminista en cuya envoltura se venden contenidos misóginos y patriarcales. Los medios, en particular los periódicos de los países en transición, prefieren a las autoras que escriben sobre sexo sin restricciones, pero que al mismo tiempo se fotografían planchando las camisas del marido. Las escritoras son columnistas bien pagadas y no les preocupa la sospecha de que esos mismos periódicos están en manos de la mafia político-económica local. Apoyan el cinismo moral como fórmula de la conducta de éxito en el mercado a la par que el "sentimentalismo" (entrevistas llenas de detalles personales, emocionales, vinculados con los temas generales "femeninos", acompañadas de fotografías que confirman el estereotipo de "buenas madres, esposas y amantes"). Al afirmar la pseudosubversión mediante una conducta pública ambivalente, la articulación política falsa y el feminismo, las escritoras de la transición apoyan el statu quo y ridiculizan la posibilidad de un cambio político real. La escena literaria masculina utiliza las mismas estrategias, pero no se dedica a las manipulaciones de la identidad de género (porque su primacia no está amenazada), sino al autoposicionamiento en el mercado "ideológico" nacional.
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