jueves, 4 de febrero de 2010

Las imágenes, de Adrienne Rich


Ceñida a tu cuerpo, en la angustia
de la ciudad
giro. Medio dormida, mi mano se extiende, palpa
algo de ti, el tacto te conoce antes que el lenguaje
te nombre en la mente. Afuera en lo oscuro,
un aullido, las sirenas de la policía, emergencia,
nuestro mundo cotidiano de las 3 de la madrugada,
segando el élitro del sueño, grabando fuerzas puras,
como exhudadas...la marejada de crueldad e impotencia...
a una manzana entre West End y Riverside.
En mis sueños el Hudson gobierna la noche
como un margen del río arrastrado contra el rápido
ascendente de la vida en llamas, que abrasa
los gritos sin boca de la ciudad. Giro otra vez,
deslizo mi brazo bajo la almohada, y le doy vuelta
para alivio, mientras tu aliento diseña
mi hombro. Dos mujeres que duermen juntas han de
defender mucho más que su propio sueño.


¿Y puede reconciliarme el que tú,
la mujer cuya mano sensual y protectora
me acarica en sueños, desciendas cada mañana
a esa ciudad? No impediré, no puedo
impedir a tu cuerpo o al mío sus peligros elegidos,
¿Pero, cuándo escogimos sentir nuestros
cuerpos en cautiverio y crucifixión
a través del aire exhausto? ¿Cuándo escogimos
ser linchadas en los nauseabundos anuncios
eléctricos del centro de la ciudad? ¿Cuándo
escogimos convertimos en el emblema endeleble
de la violación en Riverside Park, en la
obsesión del que se masturba en el
campamento de Bandol o en la playa en Sydney?
Intentamos vivir con una ternura racional...
No hablo sólo de nosotras, nuestras vidas son
"decentes y cotidianas" como las
vidas de innumerables mujeres...
Me invento que el río Hudson es un margen a
la derecha arrastrado contra el miedo
y desprecio a la mujer
(el agua como purificación, el río como límite)
pero bien sé que mi imaginación miente:
en el nombre de la libertad de expresión
nos linchan no existe
ley a nuestro favor no hay
límites no existe la "tierra de nadie".

Me es imposible hacer del lenguaje vehículo
de fantasías otra vez
ya no puedo negar su poder de engañar
para crear mitos pero lo mismo se podría decir
sobre la música o de cualquier
otra forma creada
bóvedas pintadas, maltratadas, Pietás
martilladas carcomidas por el
tiempo interpretando de nuevo
las víctimas los frescos que traducen la
violencia a formas tan poderosas y
tan puras y nunca hemos logrado
preguntar si representan nuestra verdad.

Cuando caminé entre pedruscos golpeados por
el tiempo pensando ya sobre ti
cuando me sentaba cerca del mar
entre malezas resecas aún florecientes
cuando dibujé en mi libreta de apuntes
la espinosa flor de lenguas púrpuras,
cada pétalo protegido por su hoja con espinas
yo estaba muda
tan inocente de la gramática como las olas
lavando arrítmicamente me sentí limpia
de culpa por las palabras no había
palabra que leer en el libro de aquella
tierra no había engaño o juramento
en falso la torre de Babel
cayó una vez y por siempre
la luz bebió de mi cuerpo, pensando en ti
me sentí libre en el pulso de las
cigarras, en el abrazo de sus elogios.

Cuando vi el rostro de ella, ella la
de muchos rostros mirando firmemente
el rostro introspectivo juzgando riendo
de-alegría contorneándose sus serpientes
sus brazos en alto sus senos crispados
cuando ausculté el mundo de ella
quise liberar en llantos mi alma en ella,
tener libertad de palabra al fin
Y entonces llegué a casa una mujer hambrienta
de imágenes
para decir que mi hambre es tan antigua
tan primigenia, que todos los perdidos
derrumbados deshechos quemados
hechos añicos desfigurados sobremaquillados
ocultos y falsamente nombrados rostros de cada
pretérito que hemos examinado juntas
en todas la épocas
podrían levantarse rehacerse re-membrarse
como me rehago ante aquella
presencia como cada noche
junto a tu cuerpo en el dolor de la ciudad, dando
una vuelta tu me recuerdas, te recuerdo
incluso cuando nos desmembran
en las pantallas de cine, en las blancas y caras
paredes de los coleccionistas, en las páginas
de periódicas que vuelan por las calles
-y no sería suficiente.
Esta es la guerra de las imágenes.
Somos la hoja espinosa que protege
a las flores de lenguas púrpuras
una a la otra.

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