viernes, 8 de noviembre de 2013

Miroslav Tichý - pintor, fotógrafo y vagabundo

La historia de Miroslav Tichý parece de ciencia-ficción pero es real. Era considerado por los habitantes de Kyjov, un pueblo en la República Checa, donde nació, el típico vagabundo loco e inofensivo, que se paseaba con una cámara hecha con desechos: latas de conservas, cartón, tubos de papel higiénico, brea. 

pero aquellas imágenes capturadas con semejantes cámaras terminaron expuestas en museos y galerías de arte de Berlín, Zúrich y Nueva York, y alcanzaron altas cotizaciones.  La conversión a “loco del pueblo”, se debió a la decisión de aislarse de la represora sociedad en el poder en aquel entonces en su país, pagó caro por ello, con una quincena de años internado en cárceles y hospitales psiquiátricos.

Esta es la historia de un hombre considerado un loco sin techo por la gente de su pueblo de origen. En realidad, era un hombre quizá menos loco que la sociedad que le rodeaba. 

Nacido en Tichý, en 1926. se podría haber convertido en uno de los principales pintores de estilo modernista. Su pasión era la pintura y había sido aceptado en la Academia de Bellas Artes de Praga. Pero tras la llegada al poder de los comunistas en 1948, cambia el rumbo de la vida de Tichý que fue rápidamente identificado como un rebelde por el régimen opresivo y comenzaron los intentos de “normalizarlo”, con todo lo que ello implicaba.

Después de su servicio militar obligatorio, Tichý se hizo más excéntrico. Dejó de preocuparse de cómo se veía, vistiendo como un vagabundo, posiblemente expresando su rebelión a través de su apariencia personal.  Aunque la única ambición del joven era mantener su libertad, muy pronto su actitud fue interpretada como una forma de disidencia por las autoridades, que empezaron a controlarle, a impedirle ejercer la pintura y a acosarle hasta encerrarle en cárceles y centros psiquiátricos.

Una vez libre, en la década del 60, Tichý se instaló en una humilde vivienda en su pueblo natal, Kyjov. Fue en esta época que se “retira de la sociedad”, abandona la pintura y comienza a hacer sus cámaras voluntariamente imperfectas e inicia un camino de experimentación con la fotografía.

Así empezó el increíble recorrido de un hombre decidido no sólo a no depender de una sociedad represora, sino también a buscar y atrapar la belleza a través de la fotografía. Los sujetos preferidos de Tichý eran las mujeres, la mayoría de los cuales eran completamente conscientes de que estaban siendo fotografiadas. Algunas simplemente no se daban cuenta de que su cámara hecha de latas era real y sonreían simplemente para ser amables con el pobre hombre de barba y ropas harapientas que era el loco local con su cámara de juguete. El resultado de las imágenes es un sorprendente y conmovedor monumento a la elegancia y sensualidad femenina.

Desde mitad de la década de los sesenta hasta la de los noventa, todos los días Miroslav Tichý se levantaba temprano y deambulaba por las calles de Kyjov, observaba a las mujeres y realizaba alrededor de  100 instantáneas diarias. Con cámaras nacidas de la basura y de su ingenio Tichý cazó durante tres décadas la belleza más profunda de las mujeres del pueblo: en la vida cotidiana, en el mercado, en las paradas de los autobuses, en la pileta del club comunal. En un momento a Tichý le prohibieron acercarse al natatorio por lo que se construyo teleobjetivos con tubos de cartón para poder hacer fotos clandestinas desde la distancia, que es la razón por la que en varias de sus fotos se ve una valla de alambre.

Cuando llegaba la noche volvía a su casa y realizaba ampliaciones de las mejores fotografías con instrumentos también fabricados con desechos. Tichý vivía de una pequeña pensión de invalidez, y hacía fotografías para su propia diversión, sin prestar atención a las normas de la época. También fabricaba marcos artesanales y los pintaba sobre las fotos. Cuando su trabajo fue finalmente descubierto, la mayoría de las fotos estaban dañadas por haber sido expuestas a las duras condiciones de ser almacenadas de manera incorrecta en la miseria de su estudio.

En 1981, Roman Buxbaum, vecino y amigo de Tichý de la infancia encontró esparcidas impresiones sobre el suelo y comenzó a reunirlas a lo largo de los años. Fue durante un largo tiempo, la única persona que tuvo acceso a las bellas imágenes captadas por el artista.










“Su obra me provocó desde el principio emociones fuertes y contradictorias. Yo sabía que allí había un tesoro del que nadie conocía siquiera su existencia. Durante muchos años estuve preguntándome si era justo o no intentar sacarlo a la luz. Tichý hizo aquellas fotos para sí mismo, sin ninguna intención de publicarlas. Pero, a pesar de que no estuviera interesado, yo sentía un fuerte impulso: que la gente pudiera disfrutar de su obra. Y también que Tichý fuera reconocido públicamente como artista antes de morir. La gente del pueblo se rio de él durante décadas. Ahora no entienden muy bien cómo es posible que la obra de ese loco esté colgada en grandes museos ni comprenden qué es lo que tienen de especial sus fotografías, pero han tenido que asumir que es un artista. Espero que eso garantice a Tichý algo de respeto en los últimos años de su vida”, dijo  Buxbaum.

Un día decidió  llevarse parte del material a Zúrich para enseñarlo a los dueños de una galería. Y desde allí empezó a circular por el mundo. Harald Szeemann, organizó su exposición en la Bienal de Arte Contemporáneo de Sevilla en 2004, en 1990 había realizado una exposición en la Die Blaue Kunsthalle DuMont de Colonia. Pasó por la Nolan / Eckman Gallery de Nueva York, por la Kunsthaus de Zúrich y por la galería Arndt de Berlín, entre otras. Algunas de sus fotos alcanzaron una cotización de entre 4.000 y 8.000 euros en el mercado. Y un documental sobre su vida y obra, Tarzan in pension, que el propio Buxbaum dirigió y cuyo título está tomado de la respuesta que Tichý daba a la gente de Kyjov cuando le preguntaba si era un pintor, un fotógrafo o un filósofo. “¡Soy un Tarzán retirado!”, contestaba.

Desde su descubrimiento, continuó viviendo como ermitaño. Tichý nunca asistió a una exposición, nunca aceptó el dinero recaudado con las ventas de sus fotos, continuó viviendo en la misma casa y siendo un outsider el resto de su vida. Murió en el mismo pueblo donde nació en el año 2011 a la edad de 85. “Primero de todo, tienes que tener una mala cámara”, y “si quieres ser famoso, es necesario hacer algo más mal que nadie en el mundo entero”dijo Tichý una vez.

una de las muchas cámaras caseras de Tichý



el tapón de una botella es la pieza que sirve para hacer avanzar la película


cámara teleobjetivo

Lentes


 Ampliadora

Tichý utilizaba su bañera para hacer el revelado de sus fotos

archivo de las copias 

Miroslav Tychý

Tichý con una de sus cámaras

8 comentarios:

Tula dijo...

Genial!!!!
un abrazo.

Say dijo...

es hermoso Tichý ¿verdad?


gracias, Tula!

y un abrazo!

Carmela dijo...

Impresiona todo, su vida, su historia, el que esas cámaras hicieran fotos.... pero sobre todo impresiona su foma de ser, una persona que vivió conforme a sus ideas y sentimientos. Me ha encantado.
Un beso, Say

Say dijo...

Carmela,
es cierto, él vivió conforme a sus ideas y sentimientos,

todos tendríamos que vivir así, libres, y no esclavizados dentro de estas terribles sociedades que han quedado subyugadas,

donde hemos aceptado el dominio y el sometimiento de un sistema mundial mercantilista y asesino que bajo el brazo armado criminal de los estados heteropatriarcales y capitalistas nos han obligado a ser los seres serviles que somos,

Miroslav fue valiente,

y me encanta, es un ejemplo, para mí, maravilloso,

un beso

messina dijo...

agradesco por averme dado a conocer tal SOSA del arte

Say dijo...

gracias messina.

me hace feliz haberte dado a conocer el arte y la vida de Tichý y que te guste tanto como a mí.

un saludo

Herederos dijo...

Tichy no padeció precisamente al capitalismo, sino la epresion de un estado totalitario y tan criminal como este: el socialista

Say dijo...

y llevas razón.

yo soy anarquista.

aborrezco todo tipo de gobierno. deseo para Marx y el socialismo y todo tipo de gobierno doctrinario y clasista, más que su destrucción total y radical de la faz del planeta.

yo soy como Tichy. incapaz de adaptarme a esta repugnancia de mundo.

no creo en nadie, como él, quiero ser libre.

y con mis deseos inclasificables quiero otras formas de supervivencia. voy contra los Estados de estas democracias cavernícolas, como tenemos en toda Europa y EEUU. y también contra todo el séquito de corruptos y niñitos bien que difunden pensamiento europeo-blanco o apoya estos gobiernos genocidas,