lunes, 1 de abril de 2013

Para vivir aquí



Hice un fuego, después de dejar mi azul,
Un fuego que fuera mi amigo
Un fuego para entrar en mi noche de invierno,
Un fuego para vivir mejor.
Le di aquello que el día me había dado:           
Los bosques, matorrales, campos de trigo, viñedos,
Los nidos y sus pájaros, las casas y sus llaves
Los insectos, las flores, las pieles, las fiestas.
Yo vivía en el mero sonido de las llamas crepitantes,
En el perfume de su calor;
Yo era como un barco navegando en agua cerrada
Como un muerto no tuve más que un solo elemento.  

Paul Eluard, “Pour vivre ici”

Imagen, Andrey Korotich

4 comentarios:

Stalker dijo...

precioso poema... tantas cosas nos son necesarias "pour vivre ici"... y en realidad son tan pocas, si nos paramos a pensarlo...

"Yo vivía en el mero sonido de las llamas crepitantes": aquí ya hay un modo de vida, una filosofía, una pequeñez, una mirada súbitamente adelgazada, una cercanía a lo animal, brújulas imantadas, la llave que abre un mundo y funda su morada (la Posibilidad)...

otro abrazo!

Carmela dijo...

Y si tan solo conjugara agua y fuego sería barco navegando en mar abierto.....creo yo.
Un beso, Say

Say dijo...

cuando explosiones reales comienzan a golpear en la lista de pérdidas, duele la noche y duele el corazón y duele la mente y el cuerpo duele y duele el alma y duelen las palabras y duele todo. y entramos en la noche invernal y necesitamos con tanto fervor un fuego, brújula imantada, llave a otro mundo, quietud y morada que muestre la Posibilidad...

un fuerte abrazo stalker!

Say dijo...

Carmela,
Eluard enciende fuegos para poder ver, siempre como transformación...

rompe el espacio...

vamos a conjugar también con agua, imaginamos en nuestra mente acuática, barco navegando en mar abierto...

un beso!