jueves, 27 de junio de 2013

Tulipanes (Sylvia Plath)



Los tulipanes son muy sensibles, aquí es invierno.
Mira qué blanco está todo, qué quieto, qué nevado.
Aprendo a estar en calma, yaciendo sola e inmóvil
como la luz sobre las paredes blancas, esta cama, estas manos.
No soy nadie, nada tengo que ver con estallidos.
Les di mi nombre y mi ropa a las enfermeras,
mi historia al anestesista y mi cuerpo a los cirujanos.

Han apuntalado mi cabeza entre la almohada y el rebozo de la sábana
como un ojo entre dos párpados que nunca van a cerrarse.
Alumna estúpida, no puede sino tragárselo todo.
Las enfermeras van y vienen, no me molestan,
van y vienen como las gaviotas, con sus cofias blancas,
haciendo cosas con las manos, todas iguales,
de manera que es imposible saber cuántas hay.

Mi cuerpo es un guijarro para ellas, lo atienden como el agua
atiende a los guijarros por sobre los que pasa, puliéndolos suavemente.
Ellas me traen sopor en sus agujas brillantes, me traen el sueño.
Ahora que yo misma me he perdido, estoy harta de equipajes.
Mi maletín de cuero para la noche como una negra caja de remedios,
mi esposo y mi hija sonriéndome desde una fotografía;
sus sonrisas se meten bajo mi piel, pequeños anzuelos sonrientes.

Dejé que las cosas se deslizaran, soy una balsa de treinta años
obstinadamente aferrada a mi nombre y dirección.
Han borrado mis asociaciones amorosas.
Asustada y desnuda en la camilla tapizada con plástico verde
veía mi juego de té, mis armarios de ropa blanca, mis libros,
hundirse y desaparecer, y el agua cubrió mi cabeza.
Ahora soy una monja, nunca fui tan pura.

No quería flores, quería solamente
yacer con mis manos hacia arriba y sentirme totalmente vacía.
Qué libre es una, no tienes idea hasta qué punto…
La paz es tan grande que te deslumbra,
no pide nada, una placa con tu nombre, algunas chucherías.
Es a lo que se aferran finalmente los muertos, me los imagino
cerrando sus bocas sobre eso, como si fuera una hostia.

Para empezar, los tulipanes son muy rojos, me lastiman,
incluso en su papel de seda podía oírlos respirar
ligeramente, a través de sus envoltorios blancos, como a un horrible bebé.
Sus pétalos encarnados le hablan a mi herida, y ella les corresponde.
Son sutiles; parecen flotar, pero me hunden,
perturbándome con sus súbitas lenguas y su color,
una docena de rojos lastres de plomo alrededor de mi cuello.

Nadie me observaba antes, ahora me siento observada,
los tulipanes me miran, y también la ventana
donde una vez al día un rayo de luz lentamente crece y decrece,
y me veo a mí misma, tendida, ridícula, una sombra recortada en un papel,
entre el ojo del sol y los ojos de los tulipanes.
Y no tengo apariencia, he querido desaparecer.
Los vívidos tulipanes me devoran el oxígeno.

Antes que ellos llegaran el aire era lo suficientemente calmo,
entrando y saliendo con mi aliento, sin agitación.
Luego los tulipanes lo volvieron vibrante como un fuerte ruido.
Ahora el aire choca y se arremolina alrededor de ellos, como un río
choca y se arremolina alrededor de un barco hundido, oxidado y rojo.
Atraen mi atención, que estaba tan feliz
jugando y descansando sin comprometerse con nada.

También las paredes parecen estar entibiándose.
Los tulipanes deberían estar enjaulados como animales peligrosos;
están abriéndose como la boca de una terrible pantera,
y soy consciente de mi corazón: él abre y cierra
el cáliz de su roja flor sólo por amor a mí.
El agua que pruebo es tibia y salada como el mar,
y viene de comarcas tan lejanas como la salud.


Sylvia Plath, en "Ariel"

4 comentarios:

Darío dijo...

Es guijarro, es balsa. Alrededor los tulipanes crecen como monstruos. El hormiguero de enfermeras y agujas.
Cómo se puede hacer belleza de todo eso?
Un abrazo.

Say dijo...

Darío,
la mayor belleza es hablar de lo que enciende la mecha. empuñar el hilo que sutura.

la poesía es romper inquietantemente. romper con las costumbres de efectos desastrosos,

hablar de nuestras estancias en las enfermedades y los hospitales de la vida...

no se puede hablar, todo el tiempo, si no es verdad, de bondad, imparcialidad y buenura,

no es creíble,

detrás de eso se amaga narcisismo, egocentrismo y manipulación...

no creo en los que hablan de pequeñas compasiones y esconden no advierten, honestamente, de sus sentimientos...

por eso Sylvia Plath, me gusta tanto, me impacta, en cada poema transforma las piedras pacíficas del vientre, las zarandea...

¿sabes?

hace unos días estuve en un hospital...recordé este poema de los Tulipanes,

ramos de flores tan terriblemente hermosos...

un abrazo todo ardiente, de abismo en abismo porque no conozco otra cosa...


P.D. en tus poemas las raíces absorbidas...las ráfagas de lo horrible y la sublimación...esa es la dulzura...

Carmela dijo...

Abandono y liberación - “quería solamente yacer con mis manos hacía arriba y sentirme totalmente vacía”…. “la paz es tan grande que te deslumbra”-, descanso de la pena, del sinsentido, de la zozbra de un alma demasiado grande constreñida en un cuerpo perdido y abandonado. Una paz, una liberación no permitida sin embargo por el amor que la retiene en una realidad demasiado terrible para ella.
Sus poemas, sus pensamientos de Ariel, me dejan el corazón encogido sintiendo, oliendo, su dolor por vivir, por pasar un día más, y sin embargo sintiendo también esas ansias, esas ganas de, paradójicamente, vivir intensamente.
Su lectura, la lectura de Ariel, me hace sentir una infinita ternura por esta mujer que no podía recibir de nadie lo que era preciso que se diera a sí misma. Un lugar sereno, plácido dónde contemplar el paso de las tardes.
Un beso, Say

Say dijo...

Carmela,
es así,Plath, en sus poemas con la valentía absoluta de mirar y expresarlo todo con una sinceridad a veces escalofriante, habla precisamente, como muy bien dices, de su ansia por vivir intensamente. "Escribiré hasta que empiece a escribir sobre mi yo verdadero". dice en su diario.

también de ella, estos días leía sus cuentos cortos en "Johnny Panic y la Biblia de los Sueños",

"Cuando el primer día de junio azul llega, está la memoria, vívida, cristalina, como si se viera a través de las lágrimas ..." Sylvia Plath, "A Day in June", de Johnny Panic y la Biblia de los Sueños

"Mientras miraba hacia el océano, se preguntaba si alguna vez podría explicar a nadie lo que sentía por el mar."- Sylvia Plath,“The Green Rock”, de Johnny Panic y la Biblia de los Sueños

qué preciosidad, ¿verdad Carmela?,

este fragmento me recuerda a ti, en la intensidad y en tu cercanía y amor por ese mar de Cádiz tan especial, entre dos mares maravillosos, el mar mediterráneo y
el océano atlántico...

un beso!