domingo, 9 de enero de 2011

Dicha perdida



He visto un árbol más alto que todos los demás,
colgaban de él frutos inalcanzables;
he visto una gran iglesia: sus puertas estaban abiertas
y todos salían de ella pálidos y fuertes
y dispuestos a morir;
he visto a una mujer sonriente y pintada:
jugaba a los dados de su dicha,
perdiéndola.
Había en torno a estas cosas
un círculo que nadie cruza.

Edith Södergran


Imagen, Amadeo Modigliani

10 comentarios:

Errata y errata dijo...

En mi casa, en la que crecí, había una reproduccíon de un Modigliani. Siempre me llamaba la atención que teniendo el cuello tan largo no pudiera ver, porque ella (como casi todas las mujeres de Modigiliani) era ciega. Me daba tristeza. En este caso, el de esta hermosa poesía de Sodergran, sería tal vez por eso que los frutos le resultaban inalcanzables?
Un abrazo,

EG dijo...

Qué interesante forma de expresar lo que no podemos tener

Darío dijo...

Es un mundo de esos que uno se inventa para vivir. Habrá sido el mundo de otro.

Say dijo...

Maia,
qué preciosa conexión has hecho, entrelazándo el recuerdo de la mirada del cuadro en la casa de tu niñez, con la respuesta en este poema de Sodergran. Quizás sí, quizá por eso es que los frutos le resultaban inalcanzables.

Un abrazo

Say dijo...

emma,
es la herida de la imposibilidad...

Say dijo...

Curiyú,
el deseo atraviesa nuestra vida....a veces buscamos esos frutos inalcanzables...

Stalker dijo...

Querida Say:

estás en todas partes... ahora traes la fragancia de Södergran, esa delicada flor, tan rara y poco conocida,

y ahora imagino tu blog como una de esas rosas de Jericó que han ido a la deriva y han incorporado lenguas, poemas, intemperies, gozos, alientos, y luego lo ofrecen en una delicada polisemia, como ofrenda para el viajero,

así nos llega Edith Södergran y tantas y tantas voces que traes y van configurando un tapiz en el que se insinúa un dibujo, una morada, un umbral: vestigios, no de un templo, sino de lo que se templa y con-templa

esa belleza

/abrazo

Say dijo...

Stalker!!,
se nota el hueco que dejas cuando te vas...me alegro de que, quizás, ya estés de vuelta de tu viaje, deseando que hayas disfrutado en la placidez y en la dicha, de la libertad y el descanso.

Qué sugerente imagen, la de la rosa de jericó...peregrina en viajes sensoriales, subjetivos y emocionales...gotas de agua recopiladas y ofrecidas para compartir.

Edith Södergran…esa templanza en el infortunio de la dicha perdida…siempre el ardiente deseo de vivir, al final,ya, con muy poco…

"El corazón desmedido", como el título del libro con sus poemas de la Ed. Torremozas.

Un fuerte abrazo

Edmundo dijo...

Yo voy a saltar y saltar, hasta que un día, alcance el fruto.

Say dijo...

Edmundo,
la imaginación y la memoria nos ofrecen impulso para ese salto...