sábado, 20 de febrero de 2010

No hay nadie en casa, de Dubravka Ugresic III

 
"La trata de blancas en Europa oriental es uno de los mayores negocios que, según el último informe del Helsinki Human Rights Group británico, reporta a los tiburones de la industria sexual varios billones al año. La mujer puede ser vendia y utilizada hasta que se muere, se vuelve loca o se suicida, lo que sucede a menudo. El suicidio es mejor que Turquía, donde en la ciudad de Trebisonda venden a las mujeres como esclavas en el mercado. Desde Bosnia hasta Israel, el precio de la mujer depende de "la calidad de la carne". Las mujeres están obligadas a devolver el dinero de su transporte y su pasaporte, que, por supuesto, se queda en poder de los proxenetas. Sus propietarios las hacen pasar hambre, las golpean y someten al "gang bang", una suerte de test. La "comisión examinadora", unos cinco o seis hombres violan a una mujer conjuntamente con el fin de prepararla para el trabajo. La mujer trabaja siete días a la semana, a lo largo del día recibe de diez a treinta clientes, y le proporciona a su jefe inmensos beneficios. A cambio obtiene un poco de comida y algún cigarrillo. Los árabes, que cubren a sus mujeres de los pies a la cabeza, no tienen nada en contra de las juergas salvajes con carne del Este de Europa. Los judios de Israel, a los que su religión no les permite desperdiciar su semen por ahí, lo depositan en la carne barata de las rusas compradas. Las rusas son las que más los excita. Las coloridas películas de Bollywood que en los últimos tiempos enloquecen a los europeos, ocultan una oscura realidad india con miles y miles de prostíbulos, con mujeres que dan a luz en esos burdeles a hijas que se convierten en prostitutas que dan a luz en burdeles a hijas que se convierten en prostitutas. Los mafiosos rusos ricos, según cuentan, tienen su propia diversión: en sus balnearios utilizan a chicas desnudas como soportes de ceniceros. Las chicas están a cuatro patas y sostienen en la espalda los ceniceros en los que los rusos apagan sus cigarros. Al mismo tiempo, el mundo, tanto hombres como mujeres, está ocupado en naderias locales y globales. Hace uno o dos años el planeta entero se sublevó por las caricaturas de Mahoma publicadas en un periódico danés. Y mientras tanto millones de mujeres viven peor que los perros y nadie va a organizar una marcha de protesta por sus derechos. Ni los padres de la Iglesia ni los usuarios de sus servicios, ni los que ganan dinero a su costa, ni la policía ni los gobiernos se preocupan de esas mujeres, nadie salvo los que quieren arreglar el mundo, silenciosos, anónimos, tan silenciosos y anónimos como las mismas mujeres.

4 comentarios:

Stalker dijo...

Querida Say:

es siempre un motivo de alegría pasarme por aquí, aunque no siempre escriba.

En la última entrada de Lost in Marienbad me he acordado especialmente de ti,

abrazos

Lectora dijo...

Es curioso, pero muchas veces pienso que hay tantas cosas que siguen vigentes aún a pesar de no parecerlo. Antes en las batallas las mujeres de los pueblos perdedores eran asesinadas o servian de diversión a pueblo conquistador.
Hoy en día sigue sucediendo lo mismo, las calles y los anuncios de contactos están llenos de chinas, nigerianas y rusas.

Say dijo...

Sonja,
la rabia de que esto siga igual que siempre es inmensa. Por eso las escritoras que tienen la conciencia y la valentía de hablar sobre la continua diferenciación machista y misógina encubierta en los supuestos paises desarrollados, son verdaderas heroínas. Heroínas como la magnífica entrada que escribiste en tu blog. Es todo un estudio riguroso y desenmascarador de lo que esconde el supuesto progreso con respecto a las mujeres, incluso en los conceptos que parecen más inocentes.

Un abrazo

Flavia Company dijo...

Qué decir...
Qué gran libro éste, ¿verdad? "No hay nadie en casa"... me gustó mucho, sí, me pareció realmente valiente, poderoso, honesto, interesante.