viernes, 23 de noviembre de 2012



Hace treinta y cinco años que trabajo con papel viejo y ésta es mi love story. Hace treinta y cinco años que prenso libros y papel viejo, treinta y cinco años que me embadurno con letras, hasta el punto de parecer una enciclopedia...soy una jarra llena de agua viva y agua muerta, basta que me incline un poco para que me rebosen los más bellos pensamientos...”

“Así, extranjero y ajeno, cada anochecer me dirijo a mi casa, en silencio voy por las calles inmerso en una profunda meditación, paso de largo tranvías y coches y peatones, perdido en una nube de libros que acabo de encontrar en mi trabajo y que me llevo a casa en la cartera, así, soñando, cruzo en verde sin percatarme de ello, sin topar con los postes ni con la gente, camino apestando a cerveza y a suciedad, pero sonrío porque tengo la cartera llena de libros de los cuales espero que por la noche me expliquen algo sobre mí mismo, algo que todavía desconozco.” 

“…cuando leo, de hecho no leo, sino que estalla una hermosa frase en mi boca y la chupo como si fuera una gota de fruta,  o la sorbo como una copita de licor, la saboreo hasta que, como el alcohol, se disuelve en mí, la saboreo durante tanto tiempo que acaba no sólo penetrando mi cerebro y mi corazón, sino que circula por mis venas hasta las raíces mismas de los vasos sanguíneos.”

“…Mis abuelos y bisabuelos, a quien también les gustaba empinar el codo, a veces tenían visiones, se les aparecían seres salidos de los cuentos de hadas: mi abuelo vagabundo tropezaba con ninfas de agua, su padre, en el patio de la cervecería de Litovel, veía duendes y genios y hadas; en cambio yo, que soy culto a pesar de mí mismo, echado en la cama debajo del baldaquín de dos toneladas, veo Schelling y Hegel nacidos el mismo día y el mismo año; un día, vino cabalgando hasta mi cama Erasmo de Rotterdman en persona para preguntarme cómo se llegaba al mar.”

" Yo puedo ser yo mismo porque nunca estoy solo, me siento simplemente solo, viviendo en mi soledad poblada, un atolondrado del infinito y de la eternidad, y el Infinito y la Eternidad parecen tomar el gusto a la gente como yo. "

“todos los inquisidores del mundo queman los libros en vano, porque cuando un libro comunica algo válido, su ritmo silencioso persiste incluso mientras lo devoran las llamas, y es que un verdadero libro siempre indica algún camino nuevo que conduce más allá de sí mismo.”

Bohumil Hrabal, Una soledad demasiado ruidosa


martes, 20 de noviembre de 2012

Hermosos inadaptados



“y en la plaza de la aldea, el niño hizo girar sus brazos, comprendido por todas las veletas y  gallos de campanariobajo el deslumbrante aguacero” Rimbaud, Después del Diluvio, Iluminaciones






“Este ídolo, de ojos negros y crin amarilla, sin padres ni reino, más noble que la fábula, mejicano y flamenco; su dominio, azur y verdor insolentes, se extiende por playas nombradas,  olas sin navíos, con nombres ferozmente griegos, eslavos, célticos.” A. Rimbaud, Infancia I, en Iluminaciones 

Imagen,Stefan Zsaitsits 

domingo, 18 de noviembre de 2012

Un mensaje Imperial



“...se abre paso a través de la multitud; cuando encuentra un obstáculo, se señala sobre el pecho el signo del sol; adelanta mucho más fácilmente que ningún otro. Pero la multitud es muy grande; sus alojamientos son infinitos. Si ante él se abriera el campo libre, cómo volaría, qué pronto oirías el glorioso sonido de sus puños contra tu puerta.” 

F. Kafka, Un Mensaje Imperial 
Imagen, Alexander Rodchenko



"Por momentos su nombre venía a mis labios en extrañas plegarias y súplicas, que ni yo mismo entendía. Mis ojos estaban llenos de lágrimas a menudo (no sabría decir por qué) y, a veces un diluvio de mi corazón parecía que se vertía en mi pecho. Pensé poco del futuro. Yo no sabía si llegaría a hablar con ella o no, o si le hablaba, cómo podría decirle de mi confusa adoración. Pero mi cuerpo era como un arpa y sus palabras y sus gestos eran como dedos recorriendo las cuerdas. " 

James Joyce, Arabia
Imagen, Cristina Coral

todos los secretos del sueño




Cynthia Connolly, Cartas en la parte superior de los edificios. 2011

jueves, 15 de noviembre de 2012




RADIO

Cuando el verano acabase, mi hermana iba a ir a la escuela.
Nunca más quedarse en casa con los perros,
esperando que le llegase el momento. Nunca más
jugar a las cocinitas con mi madre. Se estaba haciendo mayor,
ya podía ir en coche con los padres que se turnaban para llevarnos.

Nadie quería quedarse en casa. La vida real
era el mundo: una descubría la radio,
bailaba la reina de los cisnes. Nada

justificaba a mi madre. Nada justificaba
dejar de lado la radio porque una advirtiera finalmente
que era más interesante hacer las camas,
tener hijas como mi hermana y yo.

Mi hermana vigilaba los árboles; las hojas
no cambiaban de color con suficiente rapidez. No cesaba de preguntar
¿ya era otoño, hacía suficiente frío?

Pero todavía era verano. Yo yacía en la cama,
escuchando la respiración de mi hermana.
Alcanzaba a ver su pelo rubio a la luz de la luna;
bajo la sábana blanca, su pequeño cuerpo de duende.

Sobre el escritorio podía ver mi nuevo cuaderno.
Estaba como mi cerebro: limpio, vacío. En seis meses
lo que estuviera escrito allí estaría también en mi cerebro.

Contemplaba el rostro de mi hermana, un lado enterrado en su oso de peluche.
La estaba guardando en mi cabeza, como un recuerdo,
como los hechos que figuran en un libro.

Yo no quería dormir. Nunca quería dormir
en esa época. Después no quería despertar. No quería
que las hojas cambiaran de color, que la noche cayera más temprano.
No quería amar mi ropa nueva, mi cuaderno.
Sabía lo que era: un soborno, una distracción.
Como la excitación del colegio: la verdad era
que el tiempo avanzaba en una dirección, como una ola alzando
la casa entera, entero el pueblo.

Encendí la luz para despertar a mi hermana.
Quería a mis padres despiertos y alerta; quería
que dejaran de mentir. Pero nadie despertó. Me senté en la cama
a leer mis mitos griegos, a la luz del velador.

Las noches eran frías, las hojas cayeron.
Mi hermana se había cansado del colegio, echaba de menos estar en casa.
Pero era demasiado tarde para volver, demasiado tarde para detenerse.
El verano había pasado, las noches eran oscuras. Los perros
usaban mantas de lana para salir.

Y después acabó el otoño, el año acabó.
Estábamos cambiando, crecíamos. Pero
no era algo que una decidiera hacer:
era algo que ocurría, que una
no podía controlar.

Pasaba el tiempo. El tiempo nos llevaba
cada vez más rápido hacia la puerta del laboratorio,
y después, al otro lado de la puerta, hacia el abismo, la oscuridad.
Mi madre revolvía la sopa. Las cebollas,
era un milagro, se volvían parte de las patatas. 
Louise Glück.  Las siete edades

miércoles, 14 de noviembre de 2012


Jacques-Louis David, La despedida de Telémaco y Eucaris, (detalle)





“Tristán huyó de su dolor a través de los mares y las islas y muchas tierras”

Imagen, Kevin Reynolds, Tristán e Isolda


"La carga de rosas se desploma silenciosa de las paredes"

Ingeborg Bachmann, "Hotel de la Paix"
ImagenOdilon Redon,, Museo de Orsay, París, Panel decorativo, residencia en Dommency, 1902

En todas las horas mágicas...





Trent Dabbs - This Time Tomorrow

viernes, 9 de noviembre de 2012

Missao y Fukumaru. "Nosotros nunca nos separaremos"











Missao y  Fukumuru es una historia fotográfica de Miyoko Ihara sobre su abuela, agricultora de 87 años y su fiel compañero Fukumaru, el gato.

"Bajo el sol, cada día es un buen día. Otro buen día, Fukumaru ", le dice Missao.

Hace ocho años, Missao encontró un gatito curioso de ojos de distinto color en el cobertizo. Ella nombró al gato "Fukumaru" en la esperanza de que "Dios de fuku" (buena suerte) viniese y todo sería suave como un "maru" (círculo)". Ella va al campo todos los días, y siempre Fukumaru la acompaña...
"Nosotros nunca nos separaremos", dice la abuela a su gato.

Imágenes, Miyoko Ihara

miércoles, 7 de noviembre de 2012


Mary Badham y Gregory Peck en el rodaje de Matar a un ruiseñor, de  Robert Mulligan, 1962. Los dos se mantuvieron en contacto después de la filmación, y ella continuó llamándolo Atticus hasta el día de su muerte.


"A medianoche había dejado atrás la carretera  y los bosques incendiados y había salido a la autopista una vez más. La luna, volando bajita sobre los campos a su lado, aparecía y desaparecía, luminosa como un diamante, entre los parches de oscuridad. La sombra mellada del muchacho, atravesaba en la carretera frente a él intermitentemente, como si estuviese despejando el camino hacia la meta. Sus ojos chamuscados, metidos bien dentro de sus cuencas, parecían imaginar el destino que lo esperaba pero siguió adelante, el rostro en dirección de la ciudad oscura donde los hijos de Dios dormían. " Flannery O'Connor, Los profetas 

domingo, 4 de noviembre de 2012

sábado, 3 de noviembre de 2012



Documental “Sí, ya me acuerdo…, realizado por su mujer Anna María Tato en 1997, durante el rodaje de “Viaje al principio del mundo” de Manoel de Oliveira. Yo recuerdo comienza con la silueta del actor de perfil recortada contra un fondo blanco, su voz en off...

“Recuerdo, sí…recuerdo un gran árbol de nísperos…
recuerdo mi sorpresa y mi encanto al observar los rascacielos de Nueva York en el atardecer desde Park Avenue…
recuerdo una cazuelita de aluminio sin asas, en ella freía huevos mi madre…
recuerdo un enorme tocadiscos…y la voz de Rabagliati cantando: "E tic e tac cos´è che batte è l´orologio del cuor". y un tic tac, ¿qué es ese tic tac?, el reloj del corazón…
recuerdo a Clark Gable muy joven, en blanco y negro, de espaldas, luego se vuelve y sonríe...así, un tunante irresistiblemente simpático  ¿qué película era? quizá “Suceció una noche”, 
recuerdo el taller de mi abuelo y de mi padre, mi abuelo haciendo una silla…recuerdo el olor de la madera, el olor de la madera...
recuerdo los uniformes alemanes.  recuerdo a los refugiados...
recuerdo que en una ocasión soñé que vivía en un dirigible, o quizás era una astronave, 
recuerdo a H.G.Welles, a Simenon, a Ray Bradbury, 
recuerdo que Fellini me llamaba Snaporaz, 
recuerdo las ilustraciones en color de La Domenica del Corriere,  y también Flash Gordon...
recuerdo la primera vez que fui de campamento... 
recuerdo a Chejov, especialmente al teniente Solioni de Las Tres Hermanas que dice pió, pió, pió, pió, 
recuerdo la primera vez que vi las montañas y la nieve y la emoción que sentí, 
recuerdo la música de Polvo de Estrellas, fue antes de la guerra, solía bailar con una chica que llevaba un vestido de flores, 
recuerdo los caballos del viejo anuncio de cerveza Peroni, recuerdo perfectamente el sabor y el aroma de la sopa de garbanzos…
recuerdo que jugábamos a la tómbola en la noche de navidad. 
recuerdo el terrible zumbido de los Liberators, los aviones norteamericanos del primer bombardeo sobre Roma,
recuerdo la agilidad tan elegante de Fred Astaire, 
recuerdo la primera vez que el hombre pisó la luna al ralentí. pero, ¿dónde estaba yo?, 
recuerdo que fui por primera vez al cine en Turín. vi "Ben Hur", con Ramón Novarro. tenía seis años, 
recuerdo París cuando nació mi hija Chiara, 
recuerdo las croquetas de arroz, no se podían comprar todos los días, costaban 40 céntimos, 
recuerdo mi primer sombrero de hombre, era un modelo Saratoga, 
recuerdo las películas cómicas de Charlot, 
recuerdo a mi hermano Ruggero
recuerdo que Cicerón nació en el año 106 A.C., es decir, 2.122 años antes que yo, pero a dos pasos de mi casa, en Arpino, mi abuelo se sentía orgulloso de ello, "Vitam regit fortuna, non sapientia", me decía, citando al ilustre conciudadano, luego dejaba escapar un suspiro y añadía: "Pues sí, la fortuna es la que dirige la vida, no la sabiduría.", 
recuerdo un atardecer de verano con olor a lluvia, 
recuerdo las aventuras de Ulises... 
recuerdo a Classius Clay,llamado La Lengua, en Nueva York, enfrentándose a Frazer. 
recuerdo el pelo canoso del arquitecto Ridolfi, mi profesor de diseño arquitectónico, 
los primeros dibujos de mi hija Bárbara, 
recuerdo mi primer cigarrillo, estaba hecho de fibra de mazorca, 
recuerdo las manos de mi tío Umberto, manos fuertes como tenazas, manos de escultor… 
recuerdo el silencio que se hizo en el restaurante Chez Maxim´s cuando apareció Gary Cooper vestido con un esmoquin blanco,
recuerdo una pequeña estación y el ruido de los trenes., recuerdo a la cajera del bar de la estación, la caja hacía: ¡clin,clin,clin,clin!¡cobrado! 
recuerdo a Marilyn Monroe, el primer automóvil que tuve, lo recuerdo, era un Topolino modelo camioneta, 
recuerdo las luciérnagas, ahora ya no se ven, 
recuerdo la nieve que cubría la Plaza Roja de Moscú, 
recuerdo un sueño en el que alguien me dice que me lleve los recuerdos de casa de mis padres...
recuerdo un viaje en tren durante la guerra, el tren entraba en un túnel y la oscuridad se hacía absoluta, luego en el silencio una mujer desconocida me besó en la boca, 
recuerdo a los kurdos marchando en un éxodo bíblico, recuerdo que no debo olvidar la violencia de tantas imágenes absolutamente violentas…
recuerdo también la sensación de silencio y de luz suspendidos sobre la ciudad de Jerusalén como un halo místico. 
recuerdo el deseo de ver qué será de este mundo, qué sucederá en el año 2.000, y de estar allí y recordarlo todo como un viejo elefante, sí, porque, lo recuerdo ¡siempre he sido muy curioso! 
y hasta recuerdo cuando íbamos a cazar lagartijas. ¡mi tirachinas! 
recuerdo mi primera noche de amor…